¡Recuerdo!

Dicen que todo tiene dos caras, la buena y la otra mala. Parece ser que los recuerdos no podían ser menos. Aunque parezca extraño, un buen recuerdo puede desgarrar a la vez que da felicidad. Todos tenemos recuerdos, recuerdos que son lo que fuimos y en ocasiones, nos ayudan a recordar quiénes somos. Una persona sin recuerdos sencillamente no es una persona.
Los buenos nos hacen sonreír, y los malos nos recuerdan aquella vez que erramos y nos ayudan a corregir de ahí en adelante. Pese a todo, he de admitir que hoy los recuerdos pesan por ser demasiado recientes. El destilar del tiempo es el único capaz de adelgazar esos recuerdos, de hacerlos livianos y agradables, convertirlos en una suave brisa que acaricie mi rostro con una infinita sonrisa dibujada claramente en él por saber que te tengo. Son recuerdos increíblemente buenos, incluso son de aquellos que necesito diariamente para saber quién soy y por qué me levanto cada mañana.
Se trata de la brevedad de la cual dispongo para guardarlos en mi interior. No están ordenados ni callados, están levantados y gritando, están excitados y encendidos, ardiendo más que el fuego. No sé si necesito cien minutos o cien horas para aplacar sus voces, pero enmudecerán pronto porque yo lo haré posible, y entonces pasarán a ser un recuerdo, magnánimo, intransferible e inexorable. Serán como gotas de agua apresadas en finas ramas, que brillan a la luz del Sol y se convierten en perlas, más preciosas que las de verdad, más valiosas que ninguna joya que exista en el mundo.
Serán la banda sonora de mi día a día, a veces tenue y relajante, otras dinámicas y retumbantes. Pausadas cuando cierre los ojos y quiera soñar, enérgicas cuando quiera fuerzas para correr o simplemente aguantar en pié. Lo que nadie puede pedirme es que no se humedezcan mis ojos mientras trato de recordar cuando lo que recuerdo fue mi vida de ayer. Que me esconda tras mi mejor sonrisa sólo es consecuencia de mi complicada manera de ser.
Si creéis que soy especial, lo soy por vosotros, si logro asomar la cabeza en este mundo para ser alguien en él, será gracias a que sé que vuestros ojos me están mirando y que desde allí vuestros brazos están abrazándome. Lo que no puedo evitar es que mis recuerdos deambulen por mi mente y se hagan con mis pensamientos, mientras mi semblante se ensombrece o se ilumina a medida que los recuerdos me suceden uno a uno y naufragan a orillas de mi dulce demencia. No quiero puertas que esperen abiertas ni miradas que miren atrás cuando mis pasos se alejen.
Delante de mí se cierne una majestuosa entrada, las puertas yacen casi abiertas de par en par y dejan traspasar entre ellas un gran haz de luz que ilumina mis sueños y mis ganas de crecer, de vivir contigo a mi lado.
El olor de las mañanas de domingo al asomarme a la ventana del país que me vio crecer, o el olor a caramelo quemado. Recuerdo de una caricia o un beso al acostarme. Recuerdo el olor a salitre del mar que baña el puerto. Recuerdo el sonido de las aves al atardecer, recuerdo el olor del desayuno en el comedor de los abuelos, recuerdos…
Olores, sabores, reducidas a sensaciones por doquier capaces de dibujar en mi rostro una sonrisa. Son con esos con los que sin duda me quedo. Mientras que éstos constituirán un pilar en mis días, los otros serán mera pisada, que el mar los borrará.

Todo se resume en un nombre, en unas manos, en unos ojos, en un rostro… En el tuyo, porque todos los caminos señalan una dirección… Te señalan a ti mi amor. Eres la inmensidad y quiero respirar en ella. Virar hacia ti el rumbo de mis pasos. Hallar mi vida rodeada por tus brazos. Construir nuestros sueños uno justo al lado del otro, sin pisarnos ni mermarnos, que se abracen un instante sí, otro también. Porque mis recuerdos son oro y van conmigo en mis bolsillos y mi mano aprieta la tuya para nunca soltarse.

τε  คм๏ мî βεℓℓ๏ คм๏я (T.S.)

Síndrome de Ulises -Cuadro del extrajero abatido-

El Síndrome de Ulises es una patología poco conocida por la gente con calefacción central y tarjeta de crédito y debido a las desigualdades del mundo en que vivimos. No se trata de una enfermedad somática o un episodio de ansiedad al regreso de un intenso crucero de placer por el Mediterráneo. El Síndrome, también llamado Cuadro del extrajero abatido, o síndrome del emigrante, es un padecimiento del alma para el que los galenos carecen de remedio conocido, sólo están afectados los casos más extremos, no todos los inmigrantes. El pánico pasado durante el viaje en patera, es común es los que llegan sientan pavor, poco tiempo después, al agua; o en los bajos de un camión, la soledad (Una vez que la persona llega a un país que no es el suyo se encuentra con un panorama más que desolador, al no poder traer a su familia), la desconfianza, sentimiento interno de fracaso (Piensan que tanto esfuerzo no les ha servido porque no pueden progresar en el mercado y no pueden conseguir trabajo), la desorientación y la lucha desesperada por la supervivencia son las manisfestaciones más perceptibles que fustigan la mente y el espirítu del inmigrante descorazonado, viven obsesionados con sus preocupaciones. Se trata de una sintomatología depresiva con características atípicas en la que los síntomas de tipo depresivo se entremezclan con síntomas de tipo ansioso, somatomorfo y disociativo. Estas preocupaciones excesivas tienen, a veces, en el caso de los inmigrantes un cariz próximo al de las imágenes y los pensamientos recurrentes e incontrolables que se observan en el Trastorno por Estrés Post-traumático: vivencias dolorosas y traumáticas del viaje migratorio (pateras, viajar escondido, etc), recuerdos traumáticos del país de origen sumido muchas veces en el caos, racismo, etc).
El viaje épico del héroe de la Odisea ha dado nombre a esta peligrosa perturbación psicológica que sufren quienes han soportado travesías turbulentas, llenas de hostilidades y riesgos vitales en su huída de la miseria y la tiranía de la cara amarga del mundo.
Psiquiatras y sociólogos han hecho sonar la alarma. El agujero de marginilidad al que este colectivo sin derechos está sentenciado hará que broten conductas asociales e infractoras. Es inevitable. El terror pasado en el viaje, el estrés crónico acumulado y múltiple, insomnio, la tensión, la tristeza, la confusión, irritabilidad, los pensamientos obsesivos y las paranoias son los síntomas psicopatológicos más notables del síndrome. Si además se le añade una probable explotación laboral y el miedo permamente a ser detenido y extraditado, el cóctel explosivo está servido. Además, se encuentran solos porque no tienen ninguna red de apoyo social, con lo que están muy asustados. «Piensan que nadie les va a ayudar y no tienen ninguna confianza en las instituciones porque no tienen papeles» y el inmigrante debe hacer frente a las consecuencias que tiene el traslado de un país a otro: cambios de idioma, de costumbres, de cultura, de paisaje, etc.
Para ubicarnos en la comprensión, quizás sea asumible que una persona intente huir de la desdicha y la opresión a través de cualquier medio a su alcance. El hambre no rinde pleitesía a las normas. Mientras tanto no dejen de lado a ese indefenso millón y medio de extrajeros «sin papeles». Acaso la repatriación gradual, incentivada y comtemplando situaciones de verdadero desamparo, sería una de las posibles soluciones. Un inmigrante irregular no es un malhechor.
El Síndrome tampoco es una simple dificultad angustiosa posvacacional ante la incorporación al trabajo rutinario en la oficina, el problema es serio y patente; el remedio también.
Ab imis fundamentis

La realidad del extrajero

Tomar la decisión de irse a vivir a un país diferente de aquel en que has crecido y vivido cierto tiempo de tu vida es algo muy complicado, pero una vez asumido -quien lo consiga- y realizado el viaje el que se marcha tiene que enfrentarse a varias realidades distintas y muchas veces desoladoras. En su país de origen, el que se va adquiere la categoría de «emigrante», palabra que, además de la acepción tradicional, suele llevar por desgracia implícitos otros significados. A veces es sinónimo de «traidor», porque así suelen verlos algunos, que egoístamente lo catalogan como aquel que los abandonó a su suerte. Detrás de este calificativo suele esconderse la envidia de aquel que tuvo el coraje de hacer lo que ellos hubieran hecho de haber tenido valor suficiente.
En el país de destino, el «emigrante» pasa a ser nombrado «inmigrante», «extranjero» que también es una palabra con significados múltiples y no siempre buenos. Así uno pasa a ser «el moro», » el sudaca», «el rumano», a veces a secas y a veces seguido de la coletilla «de mierda» o simplemente a ser personas estúpidas sin inteligencia.
Al inmigrante se lo suele mirar con  odio, miedo.. «Vienen a quitarnos el trabajo», suelen decir los mismos vagos treintañeros que viven con sus papás y rechazan un trabajo en la construcción o barriendo las calles, porque » se suda mucho» u otro de administrativo porque «me queda a diez kilómetros de casa y tengo que coger un autobús». Ni hablar de curros como asistente sanitario, cuidador de ancianos y/o niños o limpiador de letrinas, en donde «hay que estar tocando mierda».
Si el inmigrante alcanza ciertas cotas de éxito profesional, se le suele mirar con envidia, aunque realmente ese logro se haya debido a sus méritos personales y a su impecable cualificación profesional. Y suele oírse decir: «Qué sabrá el sudaca este, quién se ha creído que es, si en su país sería encargado de algún establo»
Ya se que muchos me dirían  que lo que escribo no es verdad, poniendo el grito en el cielo, que serán casos aislados.. Afirmar que se suele ser más racista con la pobreza y la escasez que con los propios extranjeros no es muy amable para algunos oídos, pero esa es la áspera realidad. Detrás de un xenófobo siempre hay un clasista solapado aunque esté  apuntado al paro. Sentirse superior simplemente por haber nacido en un país determinado es sin duda, un claro síntoma de insuficiencia y mediocridad. Y ya se sabe que sólo un mediocre está en su mejor momento. La excusa del mal pagador, por ejemplo, bautizado como «miedo al extranjero», no es otra cosa que simple egoísmo aderezado con ribetes individualistas de discriminación e intolerancia. Sería conveniente recordar para aquellas memorias frágiles, que más de un millón y medio de españoles se encuentran emigrados todavía por el mundo.
El problema es la ignorancia, que hace que siempre encuentres algún mediocre dispuesto a amargarte el día.

Se regala corazón roto!

Mis felicitaciones mamá!

Mamá linda y querida por todos nosotros, y con tan dulce melodía al decirte: Feliz cumpleaños!

Te deseo lo mejor de la vida en este tu día y en todos los demás, hoy debemos darte las gracias, por tu incesante lucha, por tu amor … felicidades, por ser quien eres, y por tu bondad, te mereces lo máximo en este mundo.
Durante todos estos años son contadas las veces que te he dado las gracias por todo lo que has hecho por mí, empezando desde que me concebiste, así que ahora te lo quiero decir, GRACIAS, por todo lo bueno, porque se que nunca harías nada malo para mí, por tus desvelos, por que me aconsejas con tus sabias palabras, me das el amor más grande del mundo.. amor sin condición, absoluto y para siempre, verdaderamente eres una mamá magnifica, y le doy gracias a Dios por haberte escogido para que lo fueras, me han enseñado que debo de agradecer lo que tengo, sin desear algo de lo que no tengo.

Son tantos sentimientos que en tu corazón sentiste, convertirte en madre y generar vida nueva, bendito tesoro que solo Dios pudo obsequiarte, por tu nobleza, ternura y entrega. ¡Te amo!
«El cielo será todo tuyo como premio a tu labor. Mamá mía que me amas a pesar de mis defectos; que me entregas tu cariño, sin ponerme condiciones ni pedirme nada a cambio»

Nuestra ingenuidad

Nuestra ingenuidad, es la que nos hace creer que podemos cambiar lo que nos rodea, que podemos desafiar a un mundo en el que ya todo está firmado y sentenciado, en el que ya poco es lo que se puede hacer para cambiar, para mejorar. Existen razones suficientes para intentar cambiar la realidad actual, para variar nuestra percepción de lo que es la vida, para ayudar a mejorar este mundo, donde se ha de hallar este sentimiento de renovación. Pueden calificarnos de ingenuos, pueden vernos como niños grandes, como pequeños adultos, pero esto no descarta el hecho de que también podemos pensar y creer y que, además, podamos sentir la necesidad de corregir los errores del pasado, los problemas del presente, y los futuros conflictivos que aún están por llegar.
Somos pequeños grandes hombres y mujeres, más cerca de la vida adulta que de la adolescente. Vivimos en continuos cambios, cambios que a largo plazo convertirán nuestras ansias de mejorar el mundo en un simple sueño que dejaremos abandonado en algún rincón junto con nuestros deseos, junto con lo que creíamos que iba a ser nuestra vida, lo que queríamos que fuera. Es en ese lejano rincón donde habita nuestro verdadero yo, donde dejaremos abandonado al niño que fuimos, al niño que ya nunca seremos. Y todo esto a causa del miedo, miedo a la vida, a vivir nuestros sueños, a empezar a creer en lo imposible, a errar en el camino, miedo a lo que queremos llegar a ser, a lo que queríamos alcanzar, miedo a no saber cómo continuar, a desear morir viviendo, a morir en vida, a vivir una vida vacía, en definitiva, miedo a la vida.
Siendo niños quisimos crecer apresuradamente y no comprendimos que uno de nuestros objetivos en esta vida es apreciar el presente, olvidando el pasado y sabiéndonos capaces de vivir intensamente. Ahora, siendo jóvenes, pretendemos crecer rápidamente, comenzar la fase adulta, dejar atrás definitivamente nuestra etapa adolescente, sin comprender que pronto dejaremos atrás lo mejor de nuestra vida y sin percatarnos de cómo sucede, esto comienza a suceder cuando abandonamos un sueño, cuando dejamos de reírnos por las pequeñas comedias del día a día, cuando endurecemos el corazón para no sentir tanto dolor como sentimos, cuando cerramos las puertas de nuestra alma, cuando gritamos a un niño sin entender primero por qué lo hacemos, cuando dejamos de crecer tan precipitadamente como lo estamos haciendo, cuando rompemos nuestras promesas y callamos nuestro dolor, cuando cerramos los ojos para no ver el sufrimiento que nos rodea y nos tapamos los oídos para evitar escuchar el llanto, cuando evitamos sufrir y es inevitable, cuando negamos la existencia de la magia y sólo soñamos por la noche sin sospechar que los verdaderos sueños aparecen cuando ya no dormimos, cuando dejamos de apreciar la belleza que existe a nuestro alrededor, en la sonrisa de un niño, en la mirada de un amigo, cuando dejamos de vivir por miedo a la vida, cuando olvidamos lo más importante de todo este teatro del vivir: nadie estará en este mundo el tiempo suficiente como para poder entender el porqué de las incógnitas de la vida; la única solución para no vivir una vida en profunda frustración es vivirla dejándose llevar.
Y ahora, cuando me encuentro intentando dar los últimos pasos de la vida adolescente y me dispongo a comenzar la etapa adulta, ahora es cuando intento mirar atrás para poder aferrarme a lo imposible y conseguir frenar el paso del tiempo y frenar esta huida del mundo de los sueños. Ahora es cuando intento no olvidar el país de nunca jamás y me encuentro dejando migas de pan en el sendero, tirándolas a cada paso que doy para saber que aún me queda un camino de regreso. Ahora es cuando todo termina sin más, cuando todo comienza a cambiar y sueño con llegar a ser quien quiero ser, ser capaz de soportar el dolor y poder ayudar a quienes lo necesiten. Sueño con poder volar con la imaginación a lugares desconocidos donde nadie pueda llegar a reconocerme, sueño con escapar de esta vida y vivir otra completamente diferente desde el inicio. Sueño con huir a ese rincón donde la vida parezca bella, donde no me atormenten viejas mentiras, viejas promesas, viejos miedos. Ahora es cuando me encuentro en la encrucijada del camino y debo elegir sabiamente lo que quiero que sea mi vida y ser capaz de no alejarme demasiado de esa idea.

«La historia no es más que una
perpetua crisis, una quiebra de
la ingenuidad».

E. M. Cioran

Las estrellas de la noche

Cuando el sol se esconde en el horizonte y se hace de noche, aparece ante nuestros ojos uno de los espectáculos más maravillosos del mundo; el cielo estrellado. A todos nos gusta contemplar esos innumerables puntitos brillantes que parecen colgar del cielo. A simple vista, podríamos contar unos cuantos miles de estrellas, pero en realidad hay miles de millones. Del mismo modo que la luz de una lámpara o de una linterna es impercetible a plena luz del día, y en cambio es muy visible en la oscuridad, las estrellas, que brillan tanto en la oscuridad de la noche, no pueden verse durante el día porque la luz del Sol lo impide. Y por eso tampoco se ven bien en las noches de luna clara. La única estrella que puede verse durante el día es el Sol, pero está tan cerca de la tierra que no podemos mirarlo directamente, porque la intensidad de su luz nos cegaría. El Sol no es ni la estrella más grande ni la que posee más calor; pero es la más cercana; por eso parace mayor que otras. Mientras las otras estrellas estan muy lejos de la tierra, por eso las vemos pequeñas.
Las estrellas son como enormes bolas de fuego; emiten una gran cantidad de luz y desde la tierra percibimos esa luz como un brillo plateado. Esto ocurre porque las estrellas están formadas por hidrógeno y helio en combustión y estos gases, al arder, emiten luz y calor. Las estrellas más brillantes llegan a tener un brillo un millón de veces mayor que el del Sol; aunque hay otras cuyo brillo es mil veces mayor.
Las estrellas no existen desde siempre, un día tuvieron su nacimiento. Casi todas se formaron en pequeños grupos, a partir de una masa de gas y polvo estelar, relativamente fría. Esta masa se concentró. Esto significa que las partículas de materia cósmica que contenía se unieron formando una especie de nube llamada nebulosa. Posiblemente, esta nebulosa comenzó a girar y alcanzó altísimas temperaturas, aproximadamente cerca de un millón de grados centígrados. Esta nebulosa ardiendo es ya una estrella.
Al mirar las estrellas nos parecen todas del mismo color; blanco azulado; sin embargo, tienen colores distintos, y estos colores dependen de su temperatura. Las estrellas que desprenden más calor son las azules y las blancas, las de temperatura intermedia son las amarillas y anaranjadas, y las que poseen menos calor son las rojas. El sol es una estrella de temperatura intermedia, por tanto, es amarilla; cuando vaya apagándose y entre en su última fase de actividad será una estrella roja y, finalmente, se apagará.
Desde cualquier parte del mundo podemos orientarnos gracias a las estrellas. Si estamos en el hemisferio Sur podemos guiarnos por una constelación llamada Cruz del Sur. Como indica su nombre, esta constelación tiene forma de cruz y señala siempre el Sur. Por tanto, a nuestra derecha se halla el Oeste, a nuestra espalda, el Norte.
En el hemisferio Norte podemos orientarnos con la Estrella Polar, que es una de las que forman la constelación llamada Osa Mayor; es muy brillante y siempre señala al Norte. Si la miramos, estamos mirando al Norte, a nuestra derecha se encuentra el Este, a nuestra izquierda el Oeste y anuestra espalda, el Sur. Marineros y navegantes, exploradores, viajeros y caminantes las utilizan como punto de referencia cuando viajan de noche.
Las estrellas tienen luz propia formadas como el Sol, por materiales de combustión, no obstante la luz de una estrella puede tardar miles de años en recorrer la distancia que la separa de nuestro planeta, por esta razón, probablemente podemos ver brillar en el firmamento estrellas que hace miles de años que se apagaron.
Las estrellas fugaces, esas que vemos en las noches claras y vemos cruzar con rapidez durante escasos segundos, con cuerpo luminoso y rastro brillante enrealidad no son estrellas, sino fragmentos sólidos llamados meteoros; vienen del espacio exterior; atraviesan la atmósfera y, al rozar con el aire, a gran velocidad, se ponen incandescentes.
Una supernova es una gran explosión que supone el fin de una gran estrella. Se trata de un fenómeno muy raro de observar. En toda la historia conocida de la humanidad se han observado menos de una docena. Cuando esto sucede, la gran explosión es visible incluso en el cielo diurno, ya que, a pesar de la gran distancia que nos puede separar de ella, alcanza una luminosidad de hasta 100 millones de veces la del Sol. Una de las más conocidas es la que apareció al sudeste de la estrella Zeta Tauri en 1054 y que originó la nebulosa del Cangrejo, una nube de gas distante 3 500 años luz de la Tierra, que continúa expandiéndose todavía hoy a la velocidad de unos 1 000 km/s y que emite potentes radioondas producidas por los electrones que viajan a una velocidad próxima a la de la luz, moviéndose en espiral lejos de las líneas de fuerza del campo magnético que envuelve la nebulosa.
En época reciente, el 23 de febrero de 1987, se detectó una supernova en el Grupo Local, en concreto en la Gran Nube de Magallanes. Esta supernova, bautizada como SN 1987 A, y que resultó ser la más brillante desde hacía 383 años.