Encarar dificultades..

El vértigo que da a veces los problemas, se vence diviendo en etapas, se hace necesario ir por partes,  marcándose pequeñas metas y pensando en corto plazo. Sólo así se vence lo que se supone emprender ciertos proyectos y se logra mantener las reservas de energía en buen nivel.
Algo bueno siempre tiene afrontar un problema y es que nos obliga a salir de la llamada zona de confort, en la que nos sentimos seguros, cómodos, protegidos, para enfrentarnos a una nueva prueba, de la que seguramente saldremos fortalecidos.
Plantearse los menos problemas posibles es la única manera de resolverlos. Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorver demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cuál es la estrella que lo guía. Si no sabes si estás preparado para dar un paso importante, en vez de pensar en cada detalle y sus consecuencias hazte preguntas generales.
A veces analizamos las situaciones tan detalladamente que perdemos la perspectiva. Así que, en lugar de focalizar, trata de abrir el foco. La formulación de un problema, es más importante que su solución. Imagina que eso que a ti te sucede, le pasa a un amigo/a, ¿qué le recomendarías? Casi con toda seguridad, ése será el mejor consejo que puedas darte a ti mismo.
Cuando un escritor escribe una novela larga, deja de escribir en el preciso momento en que siente que podría seguir escribiendo. Así al día siguiente le resulta más cómodo y más fácil reanudar su tarea. Hay que seguir ese ejemplo y en trayectos de largo recorrido, dosifica la energía de tal forma que siempre te quede combustible en el depósito.
Aunque tu forma de ver las cosas difiera de la de tu entorno, confía siempre en tu instinto. Recuerda, el zapato que va bien a una persona es estrecho para otra; no hay receta de la vida que vaya bien para todos.
Sea cual sea el problema, busca una frase poderosa que te inspire y dé ánimos y repítela cuando más lo necesites: «El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional», «quien la sigue la consigue», «el mundo es de los valientes», «la más larga caminata comienza en un paso», «no hay mal que cien años dure».

Seguridad en ti..

Para obtener flores y frutos, preocúpate sólo de regar las raíces; por eso reforzar la confianza que depositamos en nosotros mismos es el mejor pasaporte hacia el éxito. Tener una buena imagen de nuestra persona y una actitud positiva frente a la vida son dos virtudes  que nos colocan en la senda del éxito.

El sentimiento de estar orgullosos  de nosotros mismos es muy gratificante y suele incluir el sentido de competencia, utilidad y eficacia.
Y es que las personas que se tienen en buena consideración, además de saber mejor lo que quieren, están convencidas de poseer las cualidades y recursos necesarios para vencer los obstáculos que se interpongan en su camino. No hay amor suficiente capaz de llenar el vacío de una persona que no se ama a sí misma.
Amarnos tal y como somos, con todas nuestras virtudesy defectos, es una batalla difícil, pero necesaria. El esfuerzo vale la pena, la primera y mejor de todas las victorias es la conquista de uno mismo.
Por suerte, todas las herramientas que necesitamos para reforzar nuestra autoestima y superar mejor los desafíos de la vida están en nuestro interior. Eso significa apreciar nuestras rasgos positivos y aceptar nuestras limitaciones, la confianza en uno mismo  se consigue cuando  no existe una gran distancia entre lo que somos y lo que queríamos ser. Hay que bajar el listón de nuestras exigencias y tratar de ser más benevolentes y comprensivos con nosotros mismo.
Es un error pensar que los demás podrán darnos lo que nosotros mismos no somos capaces de ofrecernos. Esperar algo de los demás para ganar seguridad es poner  en manos de otros la llave de nuestra estabilidad. Sabremos que nos queremos bien cuando ningún comentarionegativo o situación adversa haga tambalear nuestro equilibrio. El que domina a los demás es fuerte; pero quien se domina a si mismo es poderoso.
Las personas con un nivel de autoestima no son mejores que los demás, simplemente se sienten bien consigo mismas porque conocen y valoran sus cualidades.Valorando el conjunto, quedándose con lo bueno y olvidando los detalles sin importancia.

Aceptación

Para ser felices, es mejor que aprendamos a caminar con seguridad en esa cuerda floja que es la vida, adaptándonos lo mejor posible a los cambios y aceptándonos a nosotros mismos de forma incondicional. La clave está, por lo tanto, en tratar de ser objetivos y aceptarnos tal como somos, con nuestras cualidades y defectos.
Por eso ansiamos convertirnos en seres afortunados y perfectos, conseguir todo lo que nos propongamos y disfrutar de la admiración de los demás. Se trata de deseos legítimos, pero que, de ninguna manera, deben convertirse en el eje de nuestra existencia.
Todos los seres humanos, según las circunstancias, son capaces de tener comportamientos buenos y malos. Hay que evitar, por lo tanto, los pensamientos absolutos. Tanto la baja autoestima o como la excesivamente alta, resultan contraproducentes. La primera porque nos condena a la inseguridad y la segunda porque, al proporcionarnos un concepto exagerado de nosotros mismos, nos predispone a la frustación. Una vez que aceptemos nuestras limitaciones, iremos más allá de ellas.
Hay aspectos de nuestra vida que podemos cambiar y otros no. Transformar los primeros y aceptar los segundos nos ayudarán a ser más felices y estar en paz con nosotros mismos.
No hay que confundir autoaceptación con resignación. Hay que ser conscientes de quiénes somos nos ayudará mejorar aquellos rasgos de nuestro carácter que no nos convencen, mientras que la opción contraria hará que se perpetúen para siempre.
Hay que aceptar aspectos de nuestra personalidad que no nos gustan. No debemos hacernos de nosotros mismos un enemigo, sino un aliado. Si las cosas no salen como queremos, no siempre es culpa nuestra. Atormentarnos con pensamientos negativos no tiene ningún sentido. Es mejor sacar una lección positiva de los fracasos y aprender de los errores.

Promesas…

 Prometí que iba a quererte siempre, que pasase lo que pasase, siempre iba a buscar tu amor. Que pasase quien pasase por mi vida, en silencio tan sólo te querría a ti. Prometí  que lo blanco nunca sería negro, y que el negro a tu lado siempre sería de colores. Prometí que nunca vería el cielo tal y como era, para no tener que ver la realidad. Prometí estar contigo siempre, ser tu única razón, y aunque el tiempo nos separe tener tu mi corazón. Prometí luchar hasta que no me quedarán fuerzas. Prometí no llorar cuando te viese con ella, y  creo que he roto esa regla muchas veces. También prometí acordarme de ti en cada instante, para así no poder olvidarte. Prometí ser fuerte, y no perder las esperanzas nunca, pues dicen que es lo último que se pierde. Y tras todas esas promesas, comprendí lo que es querer sin limites, comprendí que te podía regalar todo lo que tenía, pues lo único que tenía valor para mí, era tu sonrisa. Comprendí que eras mi gran amor, que eras parte de mí, y que nunca te dejaría. Pero también comprendí que no me veías, que era invisible, que tus ojos seran de otra. Y entoces, empece a ver el cielo tal como era, y supe, que perdí el amor,  que la llama se apago, y con ello, el viento se llevo mis ganas de seguir luchando. Deje de comprender, para querer entender, entender porque lloraba cada noche antes de acostarme, porque no quería verte, pero sin embargo quería olvidarte. Y lo entendí, nada fui, no te enamoraste de mí, y perdí las esperanzas de seguir. Y déjame decirte, que todo eso que te prometí, a día de hoy ya no lo cumplo. Todas las Ilusiones, todos los momentos, todas las sonrisas acompañadas de lagrimas, todo eso, se convirtio tan solo en promesas incumplidas. Y ahora, ahora solo me prometo algo.. no engañar a mi corazón, aunque creo que no cumpliendo esas promesas, ya lo estoy haciendo.