Lazo rosa

Un señor de alrededor de 50 años entró discretamente a un café y se sentó a una mesa desocupada.
Antes de hacer su pedido, se percató de un grupo de hombres más jóvenes sentados en una mesa cercana. Se estaban riendo.

Y le resultó obvio que se estaban riendo y burlando de él. No tardó demasiado en recordar que llevaba puesto un pequeño lazo rosado colocado sobre la solapa de su chaqueta y que éste era el motivo de las risas. Al principio los ignoró, pero las risas comenzaban a irritarlo.
Miró a uno de ellos, señaló su lazo y le pregunto:
”¿Esto te causa gracia?”

Con eso, los hombres se miraron entre si, desconcertados.
Aún tratando de contener la risa, uno de ellos le contesto:
– “No lo tomes a mal, sólo comentábamos lo lindo que te queda el moño rosado con ese saco azul”.

Con un gesto amistoso, el señor invitó al bromista a sentarse a su mesa. Incómodo como estaba, el joven aceptó, sin saber bien para qué.
Con voz muy calmada, el señor le explicó:
– “Llevo puesto este lazo rosado para alertar a todos sobre el cáncer de mamas.
Lo llevo puesto en honor a mi madre.”
– “Señor, perdone usted. ¿Su madre murió de cáncer de mamas?”
– “No, no está muerta. Felizmente está viva y muy bien de salud. Pero fueron sus senos los que me alimentaron cuando era un bebé. Y en sus senos fue donde descansé mi cabeza cuando estaba atemorizado o triste cuando era un niño pequeño. Estoy muy agradecido por los senos de mi madre por la salud de la que goza hoy.”

– “Hummm”, contestó el joven, “¡claro!”
– “También llevo puesto este lazo rosado en honor a mi esposa”, siguió el señor.
– “¿Ella también está bien?”, preguntó el muchacho.
– “Oh, sí. Ella está perfecta. Y con sus senos alimentó y nutrió a nuestra hermosa hija hace 23 años. Estoy muy agradecido por los senos de mi esposa y por su salud.”
– “Entiendo. Así que supongo que también lo llevas puesto en honor a tu hija.”
– “No, ya no puedo llevarlo puesto en honor a mi hija, para eso es tarde. Ella falleció de cáncer de mamas hace un mes. Ella creyó que era demasiado joven para tener cáncer de mamas. Así que, cuando casualmente se notó un bulto, lo ignoró. Ella pensó que como no le causaba dolor, no había nada de qué preocuparse.”

Ahora abatido y avergonzado, el joven le dijo,
– “Oh señor, cuánto lo siento…”
– “Por eso, en memoria de mi hija, también llevo puesto este pequeño lazo rosado, porque me permite otorgarle a otros una oportunidad que yo ya no tengo. Así que ahora, anda y conversa esto con tu esposa y tu hija, tu madre y tu hermana, así como también con tus amigos.”

– “Y toma…” El señor metió su mano en el bolsillo y sacó otro pequeño lazo rosado y se lo entregó al hombre joven.
El muchacho miró el lazo que le fue entregado y levantando su cabeza le pregunto al señor:
– “¿Me ayuda a ponérmelo……..?”

 

La lucha

La historia de Álvaro es realmente muy dura, pero él ha sabido sacar de lo malo lo mejor. Mi conocido  era taxista  y se ganaba más o menos bien la vida, pero un día  tuvo un accidente con el coche. El vehículo quedó destrozadoy él perdió una pierna, aunque como es un luchador, se acostumbró a la prótesis y salió adelante. El problema es que, aunque cobraba la pensión de invalidez, no tenía suficiente dinero para mantener el nivel de vida de cuando trabajaba. Por este motivo,él, su mujer y sus hijos se tuvieron que mudar a un barrio más pobre. Y, entonces, la tragedia volvió a golpearle. Un hijo se juntó con lo peor de aquel barrio y acabó cayendo en las drogas. Él y su esposa hicieron todo lo que estuvo en su mano para que su hijo se apartara de todo aquello, sin embargo, no hubo manera, fue cayendo en picado, llegó a cometer algunos robos y acabó detenido. Pasó un corto periodo en la cárcel, que no hizo más que agravar su problema. Intentaron ayudarle, estaban desesperados, pero no había nada que pudieran hacer. Al cabo de tres años de sufrimientos, el chico falleció a causa de una sobredosis.

Se quedaron destrozados. Álvaro,  apenas hablaba, parecíaun muerto viviente, no podía asimilar lo que había ocurridoy era muy triste verle así. Hablaron de mudarse de barrio de nuevo, en parte, porque temían que los demás siguieran el camino de su hermano. Le dieron muchas vueltas y, finalmente, decidió que no lo iba a hacer. Dijo que alguien tenía que movilizarse para evitar que más niños acabaran convertidos en drogadictos y que como él no tenía que trabajar porque tenía la invalidez permanente, se iba a encargar de ello. Al principio, la verdad, nos dio un poco de miedosu decisión y lllegamos a pensar que, igual con la muerte de su hijo, había perdido la cabeza, pero nos equivocamos.

Álvaro, hablaba con los profesores de los colegios del barrio, les informaba de cuándo había camellos en la puerta de la escuela y de qué niños eran más vulnerables.  Incluso, a veces, se ponía en contacto con los propios padres. Los profesores, al principio, pasaban, porque decían que no era su trabajo, pero cuando vieron que las tácticas surgían efecto, empezaron a colaborar también con él. No sólo eso, le apoyaron en una idea que tuvo: hacer un taller nocturnopara que los dragadictos rehabilitados estudiaran. Muchos de los profesores dieron clases gratis.

Ahora, los camellos saben que si Álvaro pasa por allí, la policía vendrá pronto para echarlos. Muchas familias que tienen hijos drogadictos van a hablar con él. Es algo muy duro, porque de cada cinco chicos puede salvar uno, pero que ese uno vale la pena.

Creo que es algo realmente valiente y de héroes anónimos.

 

Trastorno de la personalidad

Este testimonio que voy compartir está basado en la experiencia familiar de unos conocidos. En él expongo cómo, a veces, nos resistimos a reconocer y aceptar situaciones, pese a sufrirlas en primera persona. En este caso, esta familia, vivieron un problema importante con su hijo,  que necesitaba tratamiento psíquico y psicológico. Sufría un trastorno de la personalidad, cuyos síntomas mostraban una gran inestibilidad emocional en su conducta. Pese a haber superado esta crisis, él sigue bajo supervisión médica, ya que este desequilibrio provoca que se pase fácilmente de la euforia a la depresión.

Como ya he comentado, para esta familia fue difícil admitir esta situación. Siempre lo exculpaban, explicando de tener un carácter difícil, y que luego se le pasaría porque era un niño cariñoso. Sin embargo, la inestibilidad del chico se fue agravando cada vez más, haciéndose visible su falta de control sobre las situaciones.

Una noche en la que cenábamos en su casa, el chico se  salió de madre y, sin mostrar ni un ápice de respeto hacia sus padres ni hacia los demás, les insultó públicamente, revelando un verdadero y descarnado desprecio hacia sus padres. Los tachó de ruines y controladores, profiriéndoles todo tipo de insultos. Todo ocurrió porque su madre -tras darle dinero que le pidió-, le preguntó dónde iba y a qué hora iba a regresar. A pesar de la tensión que generó el enfretamiento, su madre lo volvió a excusar ante nosotros.

Un poco más tarde, cuando los ánimos estaban más calmados, su madre nos comentó el problema que una amiga suya tenía con su hija -similar a lo que ella vivía con su hijo-. En ese momento, no pude callarme y, con todo mi cariño, le dije: Tú también tienes un grave problema con tu hijo que debes afrontar.

Mis palabras la derrumbaron y se puso a llorar; tanto ella como su padre se sentían desbordados por la situación. Ellos nos contaron que vivían con miedo y  en una continua intimidación. Una crítica y grave situación que, en cierto modo, esa noche llegó a su fin. Sintiéndose respaldados por nosotros, decidieron buscar un psicólogo que pudiera tratar  el problema de su hijo. Su problema se trató psicológicamente y psiquiátricamente con una medicación que equilibraba sus emociones. A tres años vista de esa noche, la circunstancia familiar ha cambiado. El chico ha comenzado a asumir responsabilidades en su vida y está obteniendo buenísimos resultados en aquello que se propone.

 

 

Escuchar al corazón

Cuando tenía 4 años, participé por primera vez en una campaña de publicidad con otros niños. Mi madre, impulsada por mi abuela, me apuntó  a una agencia de modelos a esa edad. Así, crecí compitiendo y rivalizando con otros.

Con 13 años, ya tenía claro -porque mi madre y mi buela así me lo habían inculcado-, que quería ser una «top model». No ignoraba que para lograrlo debía sacrificarme y anteponer este objetivo a cualquier otra cuestión.

Mi sacrificio por ser modelo no sólo se limitaba a vigilar, atenta y escrupulosamente, mi dieta, sino también a estar siempre pendiente de la báscula, pues los procesos de selección eran cada vez más exigentes. También tuve que renunciar a mi juventud. Crecí sin tener una amiga con la que poder intercambiar impresiones, porque, aunque con mi madre tenía mucha confianza, no dejaba de ser mi madre. Con mis compañeras, la fuerte rivalidad que existía impedía esta relación.

Viví sólo para lograr un sueño que no es fácil de alcanzar por mucho que lo parezca. Puedes ganarte la vida como modelo pese a la competencia, pero esto no significa que consigas destacar. En mi caso, participé en desfiles, hice publicidad, catálogos de moda, vídeos promocionales.. pero cuando parecía que mi suerte podía cambiar, ocurría algo que desvanecía dicha oportunidad.

Hay un aspecto sobre el que quisiera poner especial énfasis: comía muy poco, algo bastante generalizado entre los modelos. En este sentido, puedo segurar que no se ajusta a la realidad el típico comentario de algunas famosas cuando se les pregunta sobre su dieta y responden que «comen de todo». Les aseguro que si comiéramos de todo no daríamos la talla exigida. Una modelo, habitualmente, come poco y se pesa cada día, especialmente cuando se tiene un desfile. A causa de ello, me desmayé mientras participaba en una pasarela. Algo normal, ya que llevaba dos días sin apenas probar bocado.

A raíz del desmayo, mi vida cambió. Tuve que ser hospitalizada para tratar la severa y grave anemia que sufría. Y fue, en mitad de esta triste circunstancia, cuando conocí el amor, por quien abandoné una vida ficiticia y cruel por una más real y de mayor plenitud. Lo primero que él hizo fue arrancarme una sonrisa. Y, más tarde, hacerme reir. Fue entonces cuando me di cuenta de que no solía reírme porque, en el fondo, era una mujer triste. No era fácil que pudiera estar alegre, pues, más allá de mi anemia, tenía una depresión provocada por la continua ansiedad a la que estaba expuesta. Además, agravada por el hecho de sentir que había perdido un buen contrato y la ocasión de desfilar en la pasarela Milán, una de las grandes oportunidades que ansía toda aspirante a «top model».

Perdí una oportunidad profesional, pero empecé a sonreír, a esperar que él apareciera por la puerta de la habitación y, con su presencia, me pusiera de buen humor. En este incipiente estado, aún no reconocía que podía estar enamorándome, tan sólo me parecía que era la primera persona alegre y natural con la que me topaba cuya conversación estaba fuera del ámbito en el que yo solía moverme.

Estar hospitalizada no parecía la circunstancia más propicia para el enamoramiento, pero el amor aparece cuando menos lo esperas. A mí, me llegó en esta situación. Como habrán deducido, era médico y tuve la suerte de tenerlo en la planta en la que permanecí. Gracias a la atención que me brindó, todo comenzó a mejorar, porque empecé a remontar de mi tristeza y mi depresión. Consecuentemente, también me recuperé de mi enamia. Más tarde, gracias a su apoyo, también pude superar los trastornos alimenticios que padecía y que, por miedo, nunca había revelado a nadie; él fue el primero en conocer mi secreto.

Para mi madre supuso ese cambio de vida un gran disgusto lo de dejar mi carrera, pero no me arrepiento de haberlo hecho. No cambio mi vida actual por otra. Hoy me siento feliz y contenta, porque tomé la decisión adecuada.

Ubuntu

Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu Africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas.

Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron juntos a disfrutar del premio.

Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?

UBUNTU, en la cultura Xhosa significa: Yo soy porque nosotros somos.

Figuras hechas de cacahuetes

Steve Casino ha conseguido inmortalizar al mítico Elton John con un simple cacahuete.

Elton John, pintado en un cacahuete                                                                                                                                                                                                                                                      La versión más divertida de Alfred Hitchcock. Como el resto de obras de Steve Casino, las miniaturas estás realizadas con simples cacahuetes. Antes de realizar sus obras, Steve limpia los cacahuetes y luego les da forma. Termina sus esculturas pintando las miniaturas.

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La versión del personaje ficticio James Bond 007

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Miniaturas artesanales

100_2574  Estas son algunas  miniaturas realizadas con fósforos de madera y pintadas a mano. También hace miniaturas por encargos. Una gran obra maestra del autor

           claudio peruzzetto

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Carta de una hija

  Fuí a la fiesta y me acordé de lo que me dijiste. Me pediste que no bebiera alcohol. Por eso, bebí una Sprite. Sentí orgullo de mí misma, tal como me dijiste que sentiría. Me dijiste que no debería beber y conducir, al contrario de lo que algunos amigos me dijeron. Hice una elección saludable y tu consejo fue correcto, como todos los que me das siempre.

Cuando la fiesta finalmente se acabó, la gente empezó a conducir sin estar en condiciones de hacerlo. Fuí hasta mi auto con la certeza de que volvería a casa en paz. Nunca me imaginé lo que me esperaba, mamá. Ahora estoy tirada en la calle y oigo a un policía decir: «El chico que provocó este accidente iba borracho».

Mamá, su voz parece tan distante. Mi sangre está derramada por todos lados y estoy intentando con todas mis fuerzas no llorar. Puedo oír a los médicos decir: «Esta chica va a morir». Tengo la certeza de que el joven, que manejaba a toda velocidad, decidió beber y conducir; y ahora yo tengo que morir. Por qué las personas hacen esto, mamá?. Sabiendo que esto va a arruinar muchas vidas.

El dolor me está cortando como un centenar de cuchillos afilados. Dile a mi hermana que no llore; dile a papá que sea fuerte. Y, cuando vaya al cielo, estaré velando por todos ustedes. Alguien debería haberle enseñado a aquel chico que está mal beber y conducir. Tal vez si sus padres se lo hubieran dicho, yo ahora no estaría muriendo. Mi respiración se está debilitando, cada vez más. Mamá, estos son mis últimos momentos y me siento tan desesperada. Me gustaría que me pudieras abrazar mamá, mientras estoy tirada aquí muriendo. Me gustaría poder decirte lo mucho que te quiero, mamá. Por eso.. Te quiero… y… adiós…»

PD: Estas palabras fueron escritas por un reportero que presenció este accidente. La joven, mientras moría, iba diciendo estas palabras y el periodista anotaba… muy abrumado.

Nunca fueron noticia

Un buen acto de corazón.. por suerte en esta sociedad todavía queda alguien con humanidad que lo demuestra con hechos y no con palabras..

La importancia de la generosidad

Generosidad:

Dar y darse sin esperar nada a cambio, esa capacidad dentro del corazón humano que debería despertar la necesidad de ayudar a los demás, de entregar parte de nuestro tiempo a causas nobles, es un concepto que debería estar más presente en nuestra vida diaria, pues aunque abundan las campañas e iniciativas volcadas en ayudar económicamente  a quienes tienen menos, a veces, nos olvidamos que simplemente, un poco de nuestro tiempo es un preciado regalo que puede dar muchos frutos muy beneficiosos.
En esta época nuestra, que exalta como valores supremos la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, la generosidad parece ser lo único  que verdaderamente vale la pena en esta vida.  El egocentrismo nos lleva a la infelicidad, aunque la sociedad actual nos quiera persuadir de lo contrario.
A lo largo de los cinco años que llevo colaborando en proyectos solidarios he visto a muchas personas atravesar por situaciones muy crudas y puedo segurar que absolutamente todos agradecerían contar con el apoyo, la ayuda y, sobre todo, la compresión de alguien que, además de darles un paquete de arroz, se presta a escucharles dedicándoles algo de su tiempo. Muchos de ellos, tras haber superado los peores momentos de su vida, se han sumado al carro de la solidaridad en la medida de sus posibilidades, volcándose en dar apoyo a quienes pasan por lo que ellos vivieron. Creo que ésta es la mejor manera de agradecer la ayuda recibida.

El cuerno de África se muere de hambre. Mi intención al escribir este testimonio es llamar la atención sobre estas situaciones, pero también aprovecharé para hacerles partícipes de la dura experiencia que se vive cuando se va a esas zonas formando parte de una oenegé Médicos sin fornteras. Por ellos sé que, a diario, más de 2.000 somalíes cruzan la fronteras de Kenia y Etiopía recorriendo largas distancias en busca de hospitales o centros nutricionales de la organización para que los provean de alimentos y atención médica. Todo un éxodo.

Personalmente, me quedé muy impresionada al comprobar, en primera persona, todos los problemas que, diariamente, debe afrontar y solucionar esta organización y también otras menos conocidas, pero no por ello menos eficientes en su labor. A lo largo de los meses, se puede comprobar un sinfín de situaciones que, por su dureza extrema, prefiero olvidar y no escribirlas. África es un continente muy, muy duro y para ir allí se necesita estar preparado psicológicamente y emocionalmente. Ocurren cosas que para nosotros son inimaginables, niñas menores de 10 años que sistemáticamente son violadas por hombres de su propia familia, o son vendidas por la pobreza, personas que se mueren de hambre o de enfermedades curables en otros países sin que puedas hacer nada, médicos que se han vuelto inmunes al sufrimiento de sus semejantes.. son muchas situaciones, demasiadas para que no te influyan.

¿Es posible que tras tantos años recibiendo ayuda internacional esta zona todavía siga viviendo en la extrema pobreza? Y también llevandose a cabo multitud de iniciativas, por ejemplo, el macrofestival benéfico por África «Live Aid» que promovió Bob Geldof en 1985. Pero ése es el verdadero mal de África, vivir siempre pendiente de las ayudas extranjeras en unos países creados artificialmente por los europeos sin tener en cuenta la realidad social, étnica y cultural de sus pueblos, muchos de ellos nómadas, sino pensando sólo en los intereses económicos de los países del primer mundo que expolian su riqueza natural y que, encima, les «prestan» dinero acrecentando unas deudas externas que jamás les podrán pagar. Por eso, muchos expertos aseguran que el futuro del continente pasa por borrar de un plumazo sus deudas y las ayudas, para que puedan empezar de nuevo con sus propios recursos y hacer prosperar a sus países xplotando sus propios recursos, que no son pocos. Pero es tan difícil..
Al reflexionar sobre esta virtud, encontramos que la vida del ser humano esta llena de oportunidades para servir y hacer un bien al prójimo. Una persona generosa se distingue por estas virtudes: La disposición natural e incondicional que tiene para ayudar a los demás sin hacer distinciones sociales. Resolver las situaciones que afectan a las personas en la medida de sus posibilidades, o buscar los medios para lograrlo. La discreción y la sencillez con la que actúa.
Mi motivación al escribir este testimonio es dejar constancia de que, ahora, muchas oenegés, parroquias, comedores sociales y organizaciones de cooperación están desbordadas por la gran demanda existente de alimentos, dinero y, sobre todo, de voluntarios. Es una época difícil para casi todos y no podemos dejar de ser generosos por el hecho de tener menos que otros años atrás, cualquier cosa sirve, lo importante es no resignarse pensando en que no sirve de nada. Lo del granito de arena, no es sólo una expresión.
Es claro que resulta más fácil hacer un favor a una persona que nos resulta simpática (un hermano, un amigo) que al que nos cae mal o no conocemos. Pero esto no es auténtica generosidad, porque no se actúa a favor del que lo necesita, sino a favor del que me cae bien. Ser generoso no es dar lo que nos sobra, sino dar lo mejor que tenemos, y también saber recibir lo mejor que tienen las otras personas.
Yo no puedo vivir tranquilamente imaginando que hay gente pasándolo tan mal. No tengo mucho que dar, pero sé por experiencia que para ellos puede serlo todo.